16 de septiembre de 2013

En casa del herrero, cuchillo de palo.

El ridículo del Valencia en Sevilla ante el Betis fue mayúsculo, incluso mayor que el de Cornellá, y ya es mucho decir. Al equipo le falta alma, le falta entrega y sentimiento, pero no sentimiento por su camiseta (dudo que haya alguno que sienta eso, al último lo jubilaron hace poco), pero si sentimiento por su profesión, el fútbol. 

No es entendible que (independientemente de que guste o no el míster al vestuario) los jugadores no se esfuercen o se vacíen en el campo, no es justificable de ninguna de las maneras. Transiciones lentas, líneas separadas, presión inútil y nula salida de balón. ¿Qué el míster tiene que cambiar cosas? Evidentemente, pero el no puede correr por sus jugadores, aunque seguro que lo haría. 

Los desajustes defensivos de los que se hablaba ya en pre-temporada  siguen más que patentes en la zaga valencianista, y eso a un central como Djukic debe sentarle cual patada en el trasero. Un jugador que entiende el fútbol como el sacrifico de todos por un bien común, y no el sacrifico individual para la gloria personal de unos pocos que se creen (sin serlo) dioses del fútbol.


Cúper o Benitez no tenían una gran plantilla, ni mucho menos, pero si tenían 23 jugadores que salían al campo cada partido como si les fuese la vida en ello, y eso se notaba durante los 90 minutos. 

A Benitez queríamos echarlo y termino por ser el mejor entrenador de la historia del Valencia  a Djukic, ya hay algún escéptico tico que quiere mandarlo a casa, pero yo soy de los que creen que Djukic en Valencia puede hacer grandes cosas, solo necesita tiempo para adaptarse a la realidad de un club grande, contentar a todos no es nunca una buena solución.

La culpa en cualquier empresa, cuando las cosas no van bien, suele recaer primero, en los empleados que no hacen bien su trabajo, y si una vez hecha la reprimenda portuna por parte de quien manda, la cosa sigue sin funcionar a pesar de que los trabajadores hayan mejorado en sus prestaciones, entonces sí, se buscan otros culpables; en el fúbol no. En este deporte, el culpable siempre es un jefe intermedio, como el responsable de los resultados de su grupo de trabajo, aunque su grupo de trabajo no quiera hacer eso, trabajar ( y no todos, pero si algunos.

Mathieu.
Ya hemos vivido varias salidas de tono, la de Mathieu ha sido la más clara, pidiendo tener minutos para quedarse cuando tan sólo se había disputado una jornada (que no jugó por estar sancionado), la de Fede Cartabria (algo soberbio) pidiendo una cesión sino jugaba, la espantada de Viera, o las exigencias de algunos jugadores de jugar en una u otra posición, y ahí el míster debe imponerse, sino los jugadores le harán la cama.

Vía @sergionthebeach

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